Uno de los mayores pesos que un director se carga a la hora de sumarse a una saga exitosa es el de superar a su predecesora o por lo menos no ser la oveja negra entre un rebaño de éxitos. Para Sam Mendes este fue un tabú superado luego de dos entregas más que exitosas en la franquicia histórica de James Bond.
Casi a modo de despedida Specter se presenta como un hilo conector entre las 3 entregas anteriores de 007 reflotando viejos amores, dolores y enemigos.
Un mensaje críptico del pasado envía a Bond (Daniel Craig) a una misión secreta a la Ciudad de México y finalmente a Roma, donde conoce a Lucía Sciarra (Monica Bellucci), la hermosa y prohibida viuda de un infame criminal. Bond se infiltra en una reunión secreta y descubre la existencia de una siniestra organización conocida como SPECTRE.
Mientras tanto en Londres, Max Denbigh (Andrew Scott), el nuevo director del Centro para la Seguridad Nacional, cuestiona las acciones de Bond y pone en duda la importancia del MI6, encabezado por M (Ralph Fiennes). De modo encubierto Bond recluta a Moneypenny (Naomie Harris) y Q (Ben Whishaw) para que le ayuden a buscar a Madeleine Swann (Léa Seydoux), la hija de su antiguo archienemigo, el Sr. White (Jesper Christensen), que quizá tiene la clave para desentrañar el misterio de SPECTRE. Como hija de un asesino, ella comprende a Bond de una forma que otras personas no pueden.
A medida que Bond se aventura hacia el corazón de SPECTRE, se entera de una estremecedora conexión entre él mismo y el enemigo que busca, interpretado por Christoph Waltz.
Con una historia redonda y coreografías alucinantes definitivamente es una película que recomiendo ir a ver
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